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Harakiri a la peruana

Cuando la supervivencia política impera

Publicado: 2017-08-12


Las elecciones generales del año pasado desnudaron la realidad de nuestra sociedad. Fuerzas políticas se habían preparado de la mejor y peor manera para sumar esfuerzos en querer ganar y perder la elección. El rostro más conocido y experimentado en ganar este tipo de procesos era el fujimorismo. Y explicaremos el por qué de considerar exitosa su participación en los últimos procesos electorales.  

El tiempo transcurría y estando próximos a la primera vuelta, los escenarios eran poco previsibles. La suerte estaba echada una vez más para todos. El partido del fujimorismo, Fuerza Popular, asentaba la ventaja por sobre todas las demás ofertas políticas. Del otro lado, convenientemente posicionados se encontraban viejos conocidos del Estado y casi nuevos para la actividad política. Tenemos en esa línea a Julio Guzmán, Verónika Mendoza, Pedro Pablo Kuczynski y Alfredo Barnechea, por nombrar a los más representativos.

El final de la primera vuelta nos decía que la presidencia se definiría entre Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski. Sorpresas te da la vida, ay Dios. Era un escenario cerrado para el éxito de la derecha. Una derecha tecnócrata, políticamente frágil, frente a una derecha popular, reivindicativa por responsabilidad familiar y en camino de fortalecer su capacidad de convocatoria partidaria.

Para la segunda vuelta se formó una coalición electoral inducida y poco responsable para lograr el “éxito” de PPK. Esta decisión fue convenientemente asumida por actores que habían quedado próximos a los dos primeros en disputa. Nadie del segundo lugar hacia abajo, iba apostar directamente por el fujimorismo. Era casi heroica la disputa de la presidencia para Fuerza Popular, en su contra tenía la ambivalente mayoría parlamentaria, la vinculación no probada de Keiko Fujimori con un caso de mafia narcotraficante y el cáncer de la política anti- fujimorista que sumada al anti- aprismo generan una zona imprecisa en lograr los objetivos reales de la democracia.

El éxito fue para PPK y sus avales de turno, los voceros del anti- anticristo. La disputa fue apretada y la perdida en gobernabilidad era la crónica anunciada de los próximos cinco años. El fujimorismo había demostrado los avances en el fortalecimiento de su maquinaria partidaria y poder tener el timón del poder más dinámico y determinante del Estado: la mayoría parlamentaria de 73 congresistas. El gran ganador ilusoriamente era un gobierno nacido de las entrañas del más puro anti- fujimorismo, de la izquierda que estratégicamente apostaba por la oferta electoral más débil y que generaría artificialmente un escenario más favorable para su discurso hacia las próximas elecciones del 2021 y una derecha en búsqueda de identidad moderna.

Ahora mismo Kuczynski afronta problemas en los cuales se necesita tender puentes para su mejor solución. El fujimorismo ha asumido un comportamiento políticamente incorrecto, los avales del gobierno han abandonado el carro desde el éxito de PPK y políticamente esto no se va a recordar en las postrimerías de las elecciones generales del 2021. La política peruana es temporal, convenientemente moderada y de autodestrucciones de vigencia en los albores de la nueva dinámica nacional.


Escrito por

Bryan Elesban Prada Pazo

Politólogo por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos- Lima- Perú.


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